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miércoles, 27 de mayo de 2015

La ciudad de los dos Alcázares, Carmona- Sevilla


Atravesar la Puerta de Sevilla de Carmona, es cruzar por el umbral de los tiempos, es adentrarse en una población cargada de historia en la que turdetanos, fenicios, cartagineses, romanos, visigodos, sarracenos y castellanos la eligieron como emplazamiento. 




Los romanos dirigieron hasta ella la Vía Máxima, que más tarde se convertiría en la Vía Augusta, la más larga de la península. Los musulmanes construyeron en ella dos alcázares, el de arriba y el de abajo.



Carmona está a unos 33 kilómetros de la capital hispalense, situada estratégicamente sobre la meseta de Los Alcores, en la parte más alta y escarpada de la misma, dominando la fértil vega del Guadalquivir.




De las murallas, los elementos más interesantes que se conservan son, la puerta de Sevilla y la de Córdoba, ambas de origen romano, muy reconstruidas, flanqueadas por torres de época musulmana. 




El Alcázar de Arriba o Alcázar del Rey Don Pedro, actual parador, se alza sobre la colina que domina la ciudad; su doble recinto, que desciende hasta unirse con las murallas, está reforzado por torres redondas y cuadradas. En él se alojaron los Reyes Católicos de camino a Granada para su conquista.







A la Puerta de Sevilla, en el lado más vulnerable de la ciudad, se la doto de un alcázar, el Alcázar de Abajo. 





Dentro del recinto amurallado abundan monumentos de todas las épocas. Palacios barrocos; de los Aguilar, de los Rueda, del Marqués de las Torres. Iglesias y conventos; Santa María, San Felipe, mudéjar. San Salvador, con retablo churrigueresco. San Fernando, rodeado de mansiones mudéjares y renacentistas.





El campanario de San Pedro, es denominado “Giraldilla”, por su parecido con la Giralda de Sevilla.





La enmarañada distribución de callejuelas de su casco medieval, revela su pasado musulmán. Las casas, encaladas de blanco radiante, contrastan con el ladrillo visto y la piedra de fachadas de palacetes, conventos e iglesias.







La Plaza de Abastos o Mercado, construida sobre el solar del antiguo convento de Santa Catalina, es un gran patio rectangular porticado donde se alojan los puestos de los comerciantes.




Junto a la calzada romana que unía Carmona con Itálica, en la entrada a la ciudad desde Sevilla, se encuentran los restos del anfiteatro y de la necrópolis romana, con cerca de mil enterramientos.
  

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domingo, 19 de octubre de 2014

Sevilla, Andalucía

Sevilla sin duda es especial…

Capital de la actual Comunidad Autónoma de Andalucía, Sevilla rezuma historia en cada rincón, en callejuelas y alamedas,  en grandes plazas y plazuelas, en sus jardines y en sus parques. Sevilla es uno de los grandes centros comerciales del sur de España y una de las ciudades con más personalidad de todo el país, además de ser un valiosísimo centro turístico gracias a sus innumerables e impresionantes monumentos que se levantan a orillas del río Guadalquivir…




Sevilla está situada al suroeste de la península Ibérica, a 11 metros sobre el nivel del mar, en plena vega del Guadalquivir, río navegable que la comunica con el océano Atlántico y que fue durante siglos el principal punto de partida de los barcos con destino a los dominios españoles de América.

Llegamos a Sevilla con el frescor de la mañana, tras intentar aparcar nuestro vehículo sin éxito en las inmediaciones del hotel elegido, nos dirigimos a la recepción del mismo para preguntar, si a pesar de ser prontísimo para hacer el check-in, podríamos estacionar el coche en el aparcamiento, a lo que nos responden con mucha amabilidad, no solo que podemos entrar el coche sino también acceder a la habitación que ya está preparada.

El hotel que elegimos fue el Tryp Macarena, después de consultar en TripAdvisor en donde hay opiniones de toda índole (cada cual cuenta según le va- también nosotros-), nos decantamos por este hotel ya que se nos adaptaba por precio, situación y acceso. Esta situado frente a las Murallas de Sevilla y el Parlamento Andaluz, a un paso de la Basílica de la Esperanza Macarena, próximo a la isla de la cartuja, de fácil acceso desde la Ronda Norte y cercano a la salida hacia Mérida.

Nada más salir del hotel nos dirigimos a la estación de Sevici ubicada justo enfrente.  Sevici es el nombre que recibe el sistema de préstamo de bicicletas municipales en Sevilla, en el cual, según informan en su página web, se pueden hacer abonos de corta duración (7 días) desde cualquiera de las estaciones repartidas por toda la ciudad (Sevilla fue premiada como ciudad sostenible por sus carriles bici). Tras varios intentos con diferentes tarjetas de crédito y en diferentes estaciones sin lograrlo, desistimos.


                       Estación de Sevici de las muchas que hay por la ciudad 

El casco histórico-artístico de Sevilla es el más grande de España y uno de los tres más extensos de Europa, por lo que recorrerlo en bici hubiera sido una magnifica opción, pero, ante la imposibilidad de hacerlo pedaleando pasamos al plan "B", b de bus urbano (1,40€ billete sencillo, bonos turísticos consultar AQUÍ)


   Vistas desde la azotea del Hotel Tryp Macarena 


Nos dirigimos a la parada más próxima, tras consultar el mapa que nos han facilitado en el hotel y la información en la propia parada, concluimos que el C3 y el C4 serán nuestros aliados.

Nos apeamos en las inmediaciones de los jardines de Murillo para recorrer parte del Barrio de Santa Cruz (antigua judería), la emblemática Calle Agua (saturada de turistas) y  los lugares más emblemáticos de Sevilla que figuran en todas las guías como imprescindibles para todo aquel que visite Sevilla.





Comenzamos por El Real Alcázar de Sevilla (El palacio de las mil y una noche…), Patrimonio de la Humanidad (entrada general 9,50€). Los Reales Alcázares, como también se denomina, se compone de un conjunto de palacios en los que se entremezclan diferentes estilos: musulmán, gótico, renacentista, barroco… Ha sido sede de poder y residencia real, también de la actual familia Real de España que lo utiliza en sus estancias en Sevilla, por lo que está considerado como el Palacio Real en uso más antiguo de Europa.  Es su interior estancias y patios en los que deleitarse con arabescos, cenefas, tapices, cerámicas vidriadas, arcos y  bóvedas, de estas últimas la más espectacular es la cúpula del Salón de Embajadores. No hay que finalizar la visita sin salir a pasear en sus inmensos jardines, con buganvillas y jazmines, y en los que no faltan fuentes y albercas.





Al salir del Alcázar, en cuya vista invertimos algo más de dos horas, nos dirigimos a la catedral (entrada adulto 8€). La Catedral de Sevilla, Patrimonio de la Humanidad, está catalogada como el mayor templo gótico del mundo y el tercero de la Cristiandad. Se construyo sobre el solar de la mezquita mayor de Sevilla, de la que se conservan restos en el Patio de los Naranjos y en los dos tercios inferiores de La Giralda. En su interior se hallan tesoros artísticos de incalculable valor. Además se custodia, en una urna de plata dorada, los restos del rey cristiano Fernando III, El Santo, que es patrón de la ciudad. También hay otro mausoleo en el que se supone que están los restos de Cristóbal Colon.





Otra de las visitas imprescindibles en la ciudad de Sevilla es subir a La Giralda, se accede desde la catedral y con la misma entrada. La Giralda es, nada más y nada menos, que el símbolo más universal de Sevilla. Se trata de la torre campanario que en su día fue el alminar de la Gran Mezquita. Su nombre lo toma de la veleta que lo corona, Giraldillo, una figura de bronce de gran tamaño que representa la Fe victoriosa. La subida a la torre se realiza mediante rampas (antiguamente subían a caballo) 35 contabilizamos, acabando con un tramo final de 17 escalones. El trasiego de visitantes subiendo y bajando por las rampas es apabullante. No hay que olvidar que la giralda es el campanario y que sus campanas suenan a las horas, los cuartos, las medias y los tres cuartos, de escándalo a las doce del mediodía. La panorámica de la ciudad desde el cuerpo de campanas es sencillamente espectacular.


   Vistas desde la Giralda


Adosado a la catedral se encuentra el Archivo de Indias, un majestuoso edificio testigo del legado de la época de las grandes colonias, en el se codifico y registro todo el intercambio mercantil realizado en los nuevos territorios.

El Alcázar, La Catedral, La Giralda, el Archivo de Indias y su entorno, están declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Tras un alto para comer, en el que aprovechamos para refrescarnos en la piscina del hotel situada en la azotea con unas vistas fantásticas, continuamos pateando la ciudad (si nos cansamos o por simple capricho, tenemos la opción de subir a un coche de caballos, los hay por doquier).


                                                                                            Plaza de España  

Retomamos las visitas con la espectacular Plaza de España (A la mente nos vienen imágenes de Star Wars y de la Reina Amidala paseando por sus galerías). Se trata de una enorme plaza que deja boquiabiertos a los que la visitan por primera vez por sus monumentales dimensiones, con diferentes elementos arquitectónicos, entre los que se encuentran unos bancos que bordean la construcción en los que hay una representación en cerámica de cada una de las provincias españolas. Después, y en busca de sombras, paseamos por el adyacente Parque de María Luisa (el Central Park español) la cascada monte Gurugú, los pabellones de la exposición universal: el Real, el Mudéjar…


    Pabellón Mudéjar 

Extendemos el paseo hasta el margen del río para llegar a otro de los imprescindibles, la Torre del Oro, admirando antes el costurero de la Reina y el Palacio de San Telmo entre otros.

La Torre del Oro es otro de los emblemas de la ciudad, fue construida con misión defensiva y es una de las últimas aportaciones almohades a Sevilla. En cuanto a su nombre hay dos versiones. Una de ellas es que se lo debe a que estaba recubierta de azulejos dorados. La otra hace referencia a que en ella se descargaban los envíos de plata y oro que llegaban procedentes de América. En la actualidad aloja un museo naval.




Cruzamos ahora por el puente de San Telmo y tomamos la archiconocida calle Betis, en el Barrio de Triana, desde la calle Betis (llena de locales en los que saciar el apetito) hay unas panorámicas asombrosas de la Torre del Oro, sobre todo al atardecer y con la iluminación nocturna. Volvemos a cruzar el río, esta vez por el Puente de Isabel II, más conocido como el Puente de Triana. En el otro margen, según cruzamos por el puente a la derecha, se encuentra la mítica Plaza de Toros de La Real Maestranza, taurinos o no hay que reconocer que es otro de los emblemas de la ciudad.

Imprescindible es, creyente o no, entrar en la popular Basílica de la Esperanza Macarena, cuya procesión en la Madrugá del Viernes Santo levanta tantas pasiones (entrada iglesia gratuita, museo 6€ incluye audiología).


    Basílica de la Esperanza Macarena ↑


Y si algo hay imprescindible en Sevilla es tapear, callejeando nos encontramos con cientos de lugares para hacerlo, llenos de oriundos y de foráneos.

Otro de los lugares si no imprescindible si recomendable por lo original, es el Espacio Metropol Parasol, en la Plaza de la Encarnación, más conocido como Las Setas por su innegable parecido. En su interior se encuentra el Mercado de la Encarnación y locales comerciales. En el subsuelo El Antiquarium, museo que alberga los restos romanos descubiertos al hacer las obras de rehabilitación de la plaza. En lo alto una serie de pasarelas a modo de mirador con vistas a los cuatro puntos cardinales de la ciudad y una cafetería, a los que se accede con un par de ascensores de pago (3€ consumición en el Gastrosol incluida).


                                                                                 Foto wwwsetasdesevilla.com 

Sevilla es sin duda una ciudad preciosa, con mucho patrimonio para visitar y como cantan Los del Río “Tiene un color especial”. Inspiradora de canciones, poemas, frases. Escenario de innumerables películas y de spots publicitarios…

No es de extrañar que los sevillanos piensen que tiene la ciudad más bonita del mundo, frases como “Quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla” les dan la razón.





    Puente de la Barqueta ↑

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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sábado, 23 de julio de 2011

Cerros de Úbeda, Jaén

La famosa frase "Por los cerros de Úbeda", proviene del S.XIII, cuando el rey cristiano Alfonso VIII, dispuesto a asaltar la ciudad, ubicó a sus caudillos en diversas lomas cercanas a Úbeda, debiendo permanecer atentos a la orden de ataque.




Es famoso el dicho "Por los cerros de Úbeda". Procede del S.XIII cuando el rey cristiano Alfonso VIII, dispuesto a asaltar la ciudad, ubicó a sus caudillos en diversas lomas cercanas a la ciudad, debiendo estar atentos a la orden de ataque. Uno de esos caudillos era Álvar Fáñéz, que descubrió a una mora bañándose en el río fronterizo, quedando cautivo de amor, por lo que ignoró la orden de ataque del rey cristiano. Alfonso VIII pudo ganar la batalla sin la ayuda de Álvar Fáñez. El rey le preguntó al día siguiente donde había pasado la noche, a lo cual Álvar Fáñez le contestó: "Por esos cerros, Señor".

Famosa frase que muchos utilizamos, sabiendo muy bien lo que significa, pero no de donde proviene.

El origen de esta frase sigue sin estar claro, aunque todo apunta a que fue concebida en tiempos de la conquista cristiana. De un modo u otro, esta célebre expresión es el origen de una de las leyendas más bellas de cuantas circulan por el norte de Andalucía.

Cuentan las crónicas que el rey castellano Alfonso VIII, vencedor en la batalla de las Navas de Tolosa, quiso volver a plantar cara a los almohades en la vecina ciudad de Úbeda. Para ello mandó a Alvar Fáñez, su más valeroso caudillo, que se destacó con su mesnada a los alrededores de la entonces ciudad andalusí.

Cierta tarde que el apuesto gerifalte entretenía sus tediosas horas a la espera de entrar en batalla encontró en un arroyuelo a una bella princesa árabe. Al poco rato ambos quedaron hechizados por el amor, hasta el punto de que la hermosa joven lo citó al día siguiente para dar rienda suelta a sus más encendidos deseos.

La mala fortuna quiso que aquella noche Alvar Fáñez recibiera la orden de entrar en combate. Dividido entre la obligación dictada por su rey, y el deseo de encontrarse con su amante, decidió al fin sucumbir a las tentaciones de la princesa, que lo esperaba en una almunia cercana a la ciudad.

La historia recuerda que muy dura fue la batalla, más fueron los cristianos los vencedores de aquel envite. No obstante, el rey Alfonso VIII estaba enfurecido al no ver a su fiel caudillo en el fragor de la contienda. Una vez que entró en la ciudad el monarca lo llamó a su presencia, y con tono malhumorado le preguntó dónde había pasado la noche, Alvar Fáñez, embebido aún por tanta caricia recibida, dijo al fin: «Por esos cerros de Úbeda, mi señor, por esos cerros...».

De Alvar Fáñez y de su bella princesa nada más se volvió a saber. Pero aquellas palabras del apuesto guerrero quedaron ancladas en el imaginario popular como sinónimo de despiste, de distracción o extravío. 

No será extravío, en todo caso, lo que el viajero sentirá si visita Úbeda en busca de sus leyendas y sus monumentos.

Gracias por tu visita ¡¡Hasta pronto!!
                                             
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